Los miedos y temores son esas sensaciones de aprensión y peligro que experimentamos cuando nos enfrentamos a situaciones de la vida desconocidas, o aquellas ante las que sentimos que no estamos preparados. Todos reconocemos la sensación de tener mariposas en el estómago y/ o el respeto ante lo nuevo.
Hay determinados miedos y temores que son característicos de las distintas etapas del ciclo de la vida. Típicamente, se van transformando según transitamos desde la infancia hasta la vejez. Por ejemplo, los miedos y temores son normales en los niños de entre 3 y 9 meses, la ansiedad ante el extraño; en los niños pequeños, los miedos a acontecimientos fantásticos, a la oscuridad, a que otros niños se rían de ellos; en los adolescentes a no ser aceptados y los relativos a la sexualidad. Estos miedos y temores tienen una función de adaptación y reflejan los cambios que experimentamos al madurar.
El estrés es otra forma de referirse a aquellas situaciones en las que nuestro sistema de alerta está activado. Ya sea por sobrecarga o porque la situación a la que nos enfrentamos requiere estar atento y preparado para la acción concentrada o la defensa, nuestro nivel de activación se eleva.
El estrés no es patológico en sí mismo, sino que es una reacción fisiológica normal de naturaleza defensiva, que nos impele a responder para cambiar las situaciones que la han generado. Por eso, es muy importante que temores, miedos y el propio estrés, existan: ¿Cómo podríamos distinguir y conocer si no ocurriesen, que algo va mal y que hemos de reaccionar protegiéndonos y adaptarnos transformando hábitos y pautas?
Pero entonces, ¿cómo distinguir cuando el estrés o los temores son patológicos? ¿cuándo consultar?
A veces, nuestros miedos y temores adquieren una intensidad tal que se acompañan de síntomas físicos y psicológicos; a esto lo llamamos ansiedad. Nos avisa de que se ha producido algún desequilibrio interno, algo nos sobrepasa, o sentimos que nos supera, preocupa o ha excedido nuestra capacidad de afrontar una situación.
Igualmente, cuando las respuestas de alerta se mantienen en el tiempo, terminan produciendo una expresión somática y psicológica persistente denominada distrés.
Las fobias, son los temores a alguna situación específicaque se mantienen en el tiempo, los sentimos con una intensidad que nos produce sufrimiento y nos conducen a evitar aquello que tememos (por ejemplo, fobia a animales, a las situaciones sociales, etcétera).
Los ataques de pánico son expresiones mórbidas o patológicas que nos sobrevienen de forma súbita y se acompañan de sensaciones de intenso malestar e intensos sentimientos de aprensión que, aparentemente, no tienen causa objetiva. En esos momentos, la persona teme volverse loca, morirse, o realizar un acto incontrolable.
El estrés, el distrés, la ansiedad y los ataques de pánico, son reacciones psico-biológicas expresión de la activación del llamado “sistema nervioso autónomo” que, a su vez afecta a prácticamente todos los sistemas orgánicos de nuestro organismo: el fisiológico (sudor, taquicardia, mareo, contracturas musculares, aumento de la frecuencia respiratoria, vómitos, diarreas); el cognitivo-afectivo, como anticipación de lo que va a ocurrir (“voy a hacer el ridículo”, “me van a pegar”); el motivacional (deseo de evitar la situación); el emocional (el sentimiento subjetivo de miedo); el conductual (inhibición, indecisión, evitación). Así, se crea una imagen de sí mismo en la situación temida y un pensamiento negativo acerca de lo que puede pasar.
¿Está la ansiedad interfiriendo con tu vida? ¿Sientes que te estás perdiendo, que es demasiado?
Si tu respuesta es sí, deberías de consultar.
El asesoramiento psicológico y la terapia para la ansiedad, fobias, ataques de pánico y distrés, te ayudarán. Te darán perspectiva, te permitirá recuperar tu dominio de ti, dándote herramientas para afrontar eso que ahora parece imposible.
¿Cómo reconocer que lo que sientes podría ser ansiedad o algún trastorno relacionado?
Los síntomas de ansiedad van desde leves sentimientos de preocupación y temor hasta trastornos de pánico, fobias y otros trastornos de ansiedad que se manifiestan de muchas formas diferentes y un efecto muy limitante que pueden identificarse de formas tales como miedos patológicos a:
- La idea de eventos futuros, sociales o laborales.
- Algún daño personal o que pudiera acontecer a algún ser querido.
- Salir de casa, montar en medios de transporte colectivo.
- Abrir su bandeja de entrada, contestar el teléfono o abrir el correo.
- Hacer el ridículo, meter la pata o decir algo inconveniente o de lo que avergonzarse.
- Le resulta difícil dormir o despertarse con frecuencia preocupándose por las cosas.
Muchas de estas formas de ansiedad están acompañadas por síntomas físicos angustiantes, como palpitaciones, falta de aire, sudoración excesiva e insomnio.
La ansiedad es a menudo causada por vivir en el futuro o en el pasado sin estar en el presente. También la ansiedad nos lleva a querer anticipar y “rumiar” lo que podría pasar como una forma de prepararnos y evitar que ocurra. Esta reacción a la ansiedad es contraproducente y contribuye a mantenerla creando un círculo vicioso del que, a veces, cuesta salir.
Hay una forma de ansiedad que tiene las más variadas expresiones en los diversos sistemas del cuerpo dando lugar a lo que denominamos somatizaciones que son alteraciones funcionales. El hecho de que se denominen funcionales y tenga un origen emocional, no resta importancia ni validez al sufrimiento.
La terapia y los tratamientos para la ansiedad, los trastornos de pánico y fobias ayudan.
¿Cómo ayuda hablar con un terapeuta o un profesional de la salud mental acerca de tu ansiedad?
Durante las consultas y/o las sesiones de terapia, es probable que te anime a investigar las causas o desencadenantes de los sentimientos de ansiedad y te invite a aprender estrategias para gestionar los síntomas prestando atención a tus pensamientos y respuestas físicas.
Consultar puede reducir significativamente la ansiedad y abrir diferentes formas de responder a las incertidumbres de la vida. Técnicas de relajación u otras como el Mindfulness, te pueden ayudar a recuperar el dominio de ti mismo, el sentimiento de seguridad y la confianza de que estás preparado para afrontar los retos de la vida.
¿Debo consultar con un médico?
Como los síntomas de ansiedad suelen alarmar mucho al que los padece, a menudo las personas comienzan consultando con un médico que, tras realizar unas pruebas termina recomendando consultar con un terapeuta o con un psiquiatra.
En cualquier caso, consultar con un médico, ya sea un médico general o un psiquiatra, es una buena idea. En ocasiones, los síntomas de ansiedad son expresión de algún otro problema de salud. Algunas enfermedades endocrinas (por ejemplo, el hipertiroidismo), metabólicas (la hipoglucemia), neurológicas, etcétera, pueden comenzar o cursar con síntomas de ansiedad o que se le parecen. Es importante hacer un chequeo que permita descartar estas.
Da el primer paso para afrontar la ansiedad o los ataques de pánico.
Para encontrar un médico y/o terapeuta para el asesoramiento de ansiedad y para ayudar a controlar los ataques de pánico, consulta a los terapeutas y profesionales que trabajan desde las Salas de InterAccion, psicoterapia, grupos y desarrollo personal.